Eran dos seres humanos muy diferentes, casi opuestos en maneras de ser y de relacionarse, pero ambos nos han dejado con escasos días de diferencia y vamos a notar su falta.
Paquita mantuvo hasta el último instante su pasión por cantar, aunque ya apenas recordara unas pocas palabras de sus canciones preferidas; retuvo también su sonrisa, su saber estar, su mirada cálida y tierna…
Fernando era completamente distinto, tal vez por su propia historia personal, muy dura, pero su carácter era amable, agradecido cuando se sentía respetado en sus decisiones (por difíciles de aceptar que fueran) y querido. Su corazón tierno y su entusiasmo podían verse claramente cada año con la visita de los Reyes/Reinas de Oriente.